Hoy hablamos de una de las novelas más importantes de las últimas décadas, «American Gods», de Neil Gaiman, una novela que, quizá, no encaja en los esquemas habituales del género fantástico, porque transcurre en nuestro mundo y, más o menos, en nuestro tiempo, lo que evidentemente impone una serie de límites a la narración, sin embargo, el hecho de que los dioses, tengan un papel activo, y fundamental, en el desarrollo de la trama, permite que se la incluya en el género sin mayor problema.
Y es que lo primero que hay que señalar al hablar de «American Gods» es que no es una novela al uso, esto, sin duda, ha permitido que se convierta, para muchos, en una obra de culto, pero para otros resulta un hándicap insuperable que les aleja radicalmente de ella, en mi opinión, la causa más probable, radica en que, debido a las particularidades que he indicado antes, les resulta difícil suspender la incredulidad ante una historia como la que nos cuenta Neil Gaiman, y ese es un requisito imprescindible para disfrutar cualquier novela, pero más una de este género.
Pero ¿de qué trata la novela? «American Gods» nos cuenta la historia de Sombra (Shadow) Moon, un hombre que está a punto de salir de la cárcel, por buen comportamiento, que cree que va a poder retornar a su vida anterior, con su esposa y sus amigos, sin embargo un par de días antes recibe la noticia de que su mujer y su mejor amigo (quien le había prometido trabajo) acaban de morir en un accidente de coche, con su vida derrumbándose recibe una oferta de trabajo un tanto vaga del señor Wednesday, una oferta que le llevará a recorrer el país conociendo a individuos muy extraños y verse implicado en un conflicto entre los dioses antiguos y los nuevos.
Desde ese punto de vista, sin necesidad de profundizar más la novela ya es una pequeña joya, un libro que realmente se puede disfrutar y en el que Gaiman despliega sus muchas dotes como narrador, sin embargo «American Gods» es mucho más, es un viaje por los Estados Unidos y su pasado, un país que se ha construido gracias a la llegada de inmigrantes (no siempre voluntarios) que han ido aportando su propia idiosincrasia, algo que en la novela se refleja en la presencia de panteones propios de todas las latitudes, pero que también se ha adaptado y desarrollado su propia personalidad, que se expresa en la dicotomía evidente de un país que parece preparado para echarse a la carretera, siempre dispuesto a trasladarse de un punto a otro en busca de una vida mejor, y al mismo tiempo con un profundo sentido de la comunidad, unido a un extraordinario orgullo por sus peculiaridades y sus logros. Gaiman nos muestra una visión profunda del país pero alejada de los estereotipos, respetuosa pero no exenta de crítica, más allá de las soflamas habituales a las que ya estamos acostumbrados. Gaiman escribe desde el respeto pero también desde la sorpresa que siente alguien como él, que no es americano, al profundizar en la vida de aquel país.
Pero sobre todo la novela habla de la relación entre los humanos y los dioses, como somos nosotros los que les damos forma y no al revés, como son un reflejo de aquello que nosotros consideramos importante, tamizado por la visión que tenemos de nosotros mismos, de nuestras virtudes y defectos, características que acaban formando parte de la propia divinidad. Y, sobre todo, de la necesidad que tenemos de crear, inconscientemente, dioses nuevos que sustituyan a los que ya nos nos sirven para comprender el mundo que nos rodea, es decir, como depositamos nuestra fe en la tecnología, la televisión, las autopistas…, todo lo que hace posible la vida tal y como la entendemos.
Insisto, «American gods» es una novela maravillosa, entretenida, emocionante y fantásticamente escrita que no deja a nadie indiferente. Una novela que no debes dejar de leer pues te hará ver con otros ojos el mundo que te rodea. Sobre la más que notable adaptación televisiva hablaremos otro día.