Demasiadas veces, aunque por fortuna cada vez menos, al explicar a un interlocutor que el género en el que se inscriben mis novelas es la fantasía épica recibía respuestas despectivas basadas en el prejuicio de que eran cuentos, historias menores, y que ningún autor serio se dedicaría a escribirlas. Estoy seguro de que no os sorprendo si confieso que encontraba esa reacción bastante ofensiva, aunque tendiese a justificarla, y pasarla por alto, como fruto de la ignorancia. Así que podéis imaginaros mi emoción cuando supe que la sin par Ana María Matute (de la Real Academia Española, jo que gustazo) había escrito una novela del género, es más, la consideraba su obra favorita.
Pero claro, los títulos que reseño vienen determinados por cuestiones de economía y disponibilidad, y «Olvidado rey Gudú» se las arreglaba para escaparse de mis redes una y otra vez… hasta que en la pasada feria del libro viejo celebrada en Santander (si no conocéis estas ferias, o las librerías de viejo, acercaos en cuanto podáis son una auténtica mina) me lo encontré, como si me hubiese estado esperando. Así que me lo traje a casa y, en cuanto he podido, me he puesto a leerlo.
Os preguntaréis ¿mereció la pena la espera y la lectura? (es decir, que me deje de historias y empiece con la reseña) y la respuesta es sí, indudablemente, no sólo se trata de una historia interesante y bien construida, sino que la autora demuestra en cada línea su dominio del idioma, el vocabulario que usa, la manera en que construye las frases, todo ello, revela a una auténtica artesana del lenguaje, y constituye tanto un placer como una fuente de constante aprendizaje.
Ahora bien, tengo que advertirte de que no se trata de una novela de fantasía al uso, desde luego su estructura y temática no tienen nada que ver con las corrientes más modernas del género, y en numerosas ocasiones recurre a recursos estilísticos propios de los cuentos y las narraciones infantiles, sin embargo, que eso no nos llame a engaño, ni la historia que cuenta, ni los personajes, ni sus decisiones y justificaciones tienen nada de infantil, al contrario es una obra sería, dura en ocasiones, irónica y que no le hace ascos a la denuncia social.
Sinceramente, he disfrutado con su lectura, he llegado a los últimos capítulos sintiendo congoja por el devenir de ciertos personajes y, además, he aprendido un montón. En suma es una excelente novela que no dudo en recomendar, además, es un gustazo pasársela por el morro a todos aquellos que aún consideran que la fantasía no es cosa de autores serios. ¿Les parece bastante seria Dª. Ana María Matute, de la Real Academia Española?. Lo dicho un gustazo