A lo largo de su carrera un escritor de talento y/o éxito puede lograr distintos premios y honores, una muestra del reconocimiento que le profesan los lectores u otros escritores, la mayoría se conforman (nos conformaríamos) con estar entre los más vendidos, o que Peter Jackson quiera hacer la adaptación (así sin presión) pero, el tristemente fallecido, Terry Pratchett tiene un récord que ninguno de nosotros, probablemente, nos plantearíamos siquiera, pero que dicen mucho de la calidad del autor y de su éxito entre el público y es que los libros de Pratchett son los más robados en las librerías británicas. Como digo este es un logro que dice mucho de su éxito y, el hecho de que presuma de ello, dice aún más de su actitud irónica ante la vida.
Y aunque esa misma ironía es la clave de toda la obra de Pratchett, es en las novelas del Mundodisco donde más amplia y acertadamente lo demuestra, y creo que es así por dos motivos básicos, primero que la fantasía, al igual que la ciencia ficción, es un género que se presta a la crítica social, con todo el margen que eso da para la ironía y el sarcasmo, y, segundo, porque, como ya he dicho más veces, la fantasía era, en aquellos años (la novela es de 1983) un género completamente anquilosado donde los clichés se repetían hasta la extenuación, aunque eso no impidiera la aparición de auténticas joyas del género, así que Pratchett aplica su visión irónica tanto a los aspectos más profundos de la trama como a los más superficiales de manera que lo mismo induce a una reflexión sobre el poder, la religión o la economía que lo hace sobre aspectos más concretos del género como los clichés sobre los héroes o la visión que se solía dar de las mujeres, especialmente de las guerreras (aunque por suerte se ha avanzado mucho) una visión destinada a un público masculino profundamente hiperhormonado, no sé si me explico.
Otro de los grandes aciertos de la novela son los personajes protagonistas, Rincewind y Dosflores, totalmente distintos, tanto en su trasfondo como en su visión del mundo y que por ello se complementan a la perfección desde el punto de vista narrativo, por un lado Rincewind, un mago fracasado, probablemente el peor mago de la historia, pero con un don natural para la supervivencia, en parte porque siempre está pensando en lo peor (no sin motivo) y que ha elevado el cinismo a la categoría de arte, por otro Dosflores, el primer y único turista del Mundodisco, que ve el mundo a través de unas gafas de cristal rosa, cree firmemente que todos los problemas y conflictos del mundo se arreglarían si la gente de buena voluntad se reuniese para aclarar las cosas, está convencido de que nada malo le puede pasar porque es una buena persona que no quiere el mal a nadie y al mismo tiempo puede ser completamente indiferente a lo que le rodea aplícandole la etiqueta de «pintoresco».
Es decir tenemos una novela irónica, extraordinariamente divertida, y que incita a la reflexión, y que es la puerta a un mundo que no ha dejado de evolucionar y mejorar a lo largo de las numerosas novelas que siguieron a «El color de la magia», al fin y al cabo, esta es la primera novela y hasta cierto punto se nota, sobre todo porque la primera parte puede ser un poco complicada, en tanto que es la presentación de un mundo muy complejo y extraño, salvo que seas un ávido lector de fantasía, en ese caso, seguramente, ya tendrás a tu disposición los esquemas mentales necesarios para comprender el funcionamiento del Mundodisco sin agobiarte y disfrutar de todas las maravillas que puede ofrecer un mundo plano que gira sobre la espalda de cuatro enormes elefantes quienes a su vez se yerguen sobre el caparazón de una inmensa tortuga.