La novela que reseño hoy es un ejemplo clarísimo del daño que puede hacer a la reputación de un libro una mala adaptación cinematográfica, porque no cabe duda de que la percepción de la saga entre los aficionados al género fantástico se hundió sin remedio tras el estreno de la cinta, lo apresurado de la adaptación, el rodaje comenzó cuando aún no se había publicado el segundo libro, las debilidades evidentes del guión y las incoherencias entre lo que mostraba el film y lo que narraban los libros, supuso una catástrofe sin paliativos, al punto de que nunca se llegó a rodar la segunda parte, ni siquiera para estrenarla en vídeo. Hay películas que no las arregla ni Jeremy Irons, ni un cameo de John Malkovich.
Pero como digo el problema no quedó restringido a la película sino que afectó a la percepción de los libros, de ser una saga prometedora a ser considerada por muchos como un bodrio digno de esa adaptación. Sin embargo, yo no estoy de acuerdo en esa valoración de la saga.

En primer lugar, porque la historia es interesante y está bien planteada, es coherente y evita, en la medida de lo posible los deus ex machina. En segundo lugar porque los pesonajes tienen personalidades desarrolladas con cierta profundidad y, en tercer lugar, porque es entretenida, apenas hay momentos en los que no ocurra nada, y, a medida que avanza la historia, se va construyendo una cierta tensión que anticipa acontecimientos posteriores.
Ahora bien, ¿significa esto que estamos ante una gran obra de la literatura? pues, sinceramente, no. El libro está muy bien pero sigue a rajatabla el esquema del viaje del héroe, sin apenas innovar, algunos desarrollos de la trama son bastante previsibles y la historia en su conjunto no es demasiado complicada, si acabas de leer Steven Erikson, o Brandon Sanderson, y esperas algo igual te va a decepcionar. Mucho.
Pero estamos hablando de una novela de debut escrita por un adolescente, y vista desde esta perspectiva es francamente buena. Además hay un aspecto del libro que me encanta y es la evolución en el estilo del autor, mientras que, al principio, la narrativa es bastante plana, tanto en lo que respecta al estilo como a los personajes, a medida que pasan los capítulos va ganando en complejidad y profundidad, siguiendo una progresión realmente llamativa.
Siempre he sido de la opinión de que si relees algo que escribiste hace dos años y no sientes vergüenza, deberías dejar de escribir porque no has evolucionado nada y es probable que nunca lo hagas. Eragon, de Christopher Paolini es la prueba evidente de que para aprender a escribir bien lo más importante es la práctica.
Así que, en resumen, una novela de calidad, aunque ligera, ideal para introducirse en el mundo de la fantasía épica, o disfrutar del verano en una tumbona.
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