Hace unas semanas hablaba en este blog de la serie «El cuento de la criada» de Hulu que en España emite HBO y anunciaba que ya me había hecho con el libro en el que se basaba y no tardaría en hacer una reseña. Pues bien, ese momento ha llegado.
Primero que todo quiero decir que el libro de Margaret Atwood es sencillamente adictivo, a pesar de todos los compromisos que me quitan tiempo para leer, y que no se trata de una lectura fácil, sencillamente lo he devorado en tan sólo dos días. Y me he quedado con ganas de más.
La mayoría ya conoceréis la historia, en un tiempo cercano al presente una serie de ataques acaban con la vida del Presidente de Estados Unidos y los miembros del Congreso, en el caos posterior un grupo fundamentalista conocido como «Hijos de Jacob» se hace con el poder, suspende la constitución e instaura una dictadura patriarcal y teocrática basada en una interpretación rigorista hasta lo absurdo del Antiguo Testamento. Para resolver el acuciante problema de natalidad crean la institución de las criadas, mujeres que son despojadas de todos sus derechos, de su individualidad, incluso de su nombre, y que son convertidas en úteros con patas destinados a concebir a los hijos de los líderes de la República de Gilead, los comandantes, para que sean criados por sus Esposas como propios.

En este sentido la novela es desasosegante y aterradora, de hecho la inmensa mayoría de la gente que se refiere a ella, o a la serie, establecen un paralelismo prácticamente lineal entre este mundo distópico y la realidad actual de las mujeres, sin embargo, creo que es un planteamiento demasiado exagerado (las situaciones no son comparables, y aunque aún hay mucho que mejorar es innegable que en lo que a Occidente se refiere, la situación de la mujer nunca ha sido mejor, lo que no quita para que haya hechos bastante preocupantes, entre ellos el auge del fanatismo religioso en Norteamérica) y omite un aspecto fundamental de la historia, sinceramente creo que el trasfondo de la obra de Atwood no es tanto la opresión de la mujer (aun siendo evidente, horrible y criminal) sino la facilidad con que damos por sentado que la libertad que hemos alcanzado está garantizada, que no es posible retroceder, y que por lo tanto no es necesario ni seguir trabajando ni valorar lo que hemos conseguido, y, sobre todo, la facilidad con la que las personas se (o debería decir nos) adaptan a las situaciones más horribles. Porque no hay que olvidar que Gilead oprime no sólo a las mujeres, ser homosexual o pertenecer a otra religión se paga, en el caso de los hombres y las mujeres estériles, con la muerte, y sin embargo la mayoría de la gente acepta el sistema y sobre todo, interioriza sus normas.
Hay otra apreciación que no me resisto a hacer, cuando hablamos de que las mujeres son aplastadas por la República de Gilead solemos centrarnos en las Criadas, como es natural, pero creo que esa opresión debemos incluir a todas las mujeres, y eso incluye a las Esposas de los Comandantes, que a su modo también son esclavas del sistema que no les permite expresarse de ningún modo y las considera culpables de la falta de hijos en el matrimonio (la esterilidad masculina ni siquiera es legal mencionarla) como si fuesen mujeres imperfectas, obligándoles a estar presentes en la Ceremonia, es decir mientras su marido trata de fecundar a la Criada, una Criada que representa constantemente su fracaso como mujer (desde su punto de vista, claro), obviamente en todo hay escalas y la situación de las Criadas es mucho peor, y aún peor la de las No-Mujeres, pero eso no implica que las Esposas no sean esclavas,
Respecto a la forma en que Atwood cuenta la historia debo decir que es un absoluto acierto, Defred, cuyo nombre real no conocemos nunca, narra los hechos en primera persona alternando, a veces de manera inesperada, el presente con el pasado, la situación actual con los hechos que llevaron a ella, o con los hechos anteriores, eso hace que, en ocasiones, la lectura sea un poco difícil, pero al mismo tiempo resulta extraordinariamente natural, es la manera en la que la contaríamos cada uno de nosotros de estar en su lugar, al fin y al cabo, el estilo ordenado de presentar los hechos propio de las novelas no es demasiado realista.
Además, el personaje de Defred es en sí mismo un gran acierto, inteligente, irónica, capaz de contar los hechos alternando la cercanía, cuando habla de sí misma o sus recuerdos, y la distancia objetiva cuando habla de Gilead o de las personas que la rodean, especialmente el Comandante y Serena Joy, pero siendo consciente, al mismo tiempo, de sus propias limitaciones, de la manera en que se adapta a su vida como Criada, y la manera en que Gilead se va infiltrando en su mente. Y los pequeños actos de rebeldía interior que puede llevar a cabo contra ello.
Como siempre puedes seguir a la autora en su Twitter y su web
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