Hoy va la cosa de placeres culpables, soy muy consciente de que los libros de Rick Riordan están destinados a un publico juvenil, y yo hace algunos años que dejé el instituto, pero que queréis que os diga, si me importase mucho la opinión que pueda tener alguien de mis lecturas hubiese abandonado la fantasía épica el día que en la librería pedí el «Señor de los anillos» y me mandaron a la sección de infantil. Si pude recuperarme de ese golpe para mi orgullo adolescente comprenderéis que estoy curado de espantos.
No obstante, aunque no debe ser un motivo para rechazar esta novela (y las demás del autor) no hay que olvidar a qué público están dirigidas, es decir vamos a encontrarnos con historias sencillas, incluso simples, sin tramas secundarias ni profundas disquisiciones metafísicas, con un lenguajes sencillo y coloquial. Obviamente nadie va a organizar una mesa redonda para discutir la influencia del existencialismo raciovitalista orteguiano en el metarrelato, o algo semejante, sin embargo se trata de una historia que se disfruta, que entretiene, que al carecer de pretensiones falsamente intelectuales logra plenamente sus objetivos, divertir, acercar a los jóvenes a la lectura e introducirlos en el complejo y rico mundo de la mitología griega que tanta influencia ha tenido en nuestra cultura.
Desde el punto de vista de la crítica actual, la que ha llegado al extremo de discriminar entre literatura literaria (básicamente que no cuenta una historia, y si no se entiende aún mejor) y no literaria, estamos ante un desperdicio de papel, desde el punto de vista de un lector estamos ante un buen libro, que te absorbe, que te engancha, logra que suspendas tu incredulidad y que desarrolles vínculos empáticos con los personajes, lo que no es poco.
Desde luego es una novela que se puede y debe recomendar a los más jóvenes, disfrutarán, se divertirán, aprenderán e incluso es posible que descubran el amor por la lectura y lleguen un día a disfrutar de Cervantes, pero también es recomendable para los adultos que quieren leer para relajarse, encontrarán una obra llena de ironía, desparpajo y emociones, y si se sienten culpables, háganse hedonistas y recuerden que lo importante es el placer.
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